viernes, 25 de mayo de 2007

Para qué escribo

Aprovecho esta oportunidad para responder a los lectores que, con curiosidad e interés, y de manera insistente y directa, me formulan una pregunta difícil de responder. Pretenden que les explique las razones por las que escribo.
En esta ocasión, plasmaré, de manera desordenada, más que las razones, las sensaciones que me empujan a dejar constancia de mis reflexiones y, sobre todo, los sentimientos que me estimulan para entrar en contacto directo con determinados lectores.
Hemos de partir del supuesto de que escribir es formular, de manera imprecisa e incompleta, las experiencias vividas, pero, además, es abrir puertas y ventanas: las puertas de la libertad y las ventanas de la solidaridad; es cruzar los puentes de la incomprensión; es hacer posible lo imposible; es efectuar el milagro de compartir la intimidad individual e intransferible; es una forma de perderse y de encontrarse; es crear lazos de amistad; es hacer partícipes a otros de las propias sensaciones, sentimientos y pensamientos.
Escribir es jugar a descubrirnos y a escondernos: es tratar de convertirnos en una especie de niños traviesos que jugamos para divertirnos. Sí, escribo para cometer travesuras obvias, inocentes y perdonables.Es declarar, con modestia, cómo vemos lo que otros no ven o ven de otra manera. Es una forma de no olvidarnos de lo más importante de nuestras vidas: del amor y de la amistad, de la ignorancia y de los temores, de la sabiduría y del arte.
Escribir es una forma de hacer que permanezcan inalteradas las experiencias vitales, sin que influyan en los mensajes los cambios que experimentados en nuestra voz y en nuestro rostro.
Escribir es una manera de curarnos, de recuperarnos, de vivir sin morir completamente. En los textos escritos queda algo -quizás lo más auténtico- de nosotros mismos. El ser más inesperado es uno mismo.
  • Escribo para explicarme y para hacer a los demás partícipes de mi vida, para confiarles los secretos más importantes.
  • Escribo para comprenderme a mí mismo y para que me comprendan los demás. Escribo para crear y para procrear.
  • Escribo para hablar con voces desconocidas.
  • Escribo para transmitir mensajes inimaginados. Para entrar en el alma de otros e influir en sus estados de ánimo; para inventar rostros.
  • Escribo para volar: el mundo no es mágico; lo hacemos mágico dentro de nosotros mismos; el misterio está dentro de nosotros: igual que la felicidad. Escribo para internarme en los pliegues invisibles de la intimidad de los otros; para ayudar a otros que pretenden entrar dentro de ellos mismos, para conservar y para ganar amigos, para enamorarme y para volverme a enamorar; para mostrarles a todos ustedes mi respeto y mi admiración.
Ahora mismo estoy leyendo unas declaraciones de Salvador Pániker en el acto de presentación de uno de sus libros: “escribir -afirma- es verbalizar las emociones, es digerir respuestas emocionales: yo escribo el diario para tenerme en pie porque hacerlo permite llevar a cabo una terapia cognitiva.